El viernes tuvimos comida familiar. No, nadie en mi casa se llama Pilar, pero tocó. Y Blitz vino, ¡cómo no! No hizo la siesta, se pasó toda la tarde husmeando, jugando, descubriendo nuevos rincones... y llegó molida a casa. Por la noche todo eran besitos. Estaba muuuuy contenta.
El sábado fuimos a cenar con unos amigos. Bueno, eran unos ciber-conocidos a los que no habíamos visto nunca. Nos hacía mucha ilusión (y esperamos que vuelvan pronto). Empezamos a arreglarnos con tiempo, porque no sabíamos a qué hora nos llamarían. Blit vio el percal. Se percató de que algo sucedía. Había el mismo movimiento que el día anterior, pero con una diferencia: hoy nadie había recogido sus juguetes.
Puso la directa, pilló un par de huesos de goma y los metió en su bolsa. A continuación, no vaya a ser que me dejen en casa, se metió en su transportín y se tumbó. Cuando llamé al Yanaro para decirle qué acababa de hacer la peluda, se levantó, cerró la puerta y se volvió a tumbar.
Al cabo de un rato vio cómo su sentada no progresaba adecuadamente y, junto con un par de pasas para quitarle hierro al asunto, era metida en su jaula.
Cuando llegamos por la noche, serían las dos, allí estaba: con la carita de "¿Alguien juega un ratito conmigo?" Quién le va a decir que no!!! Por muy cansados que estemos... es Blitz.
martes, 16 de octubre de 2007
¿Hoy también salimos?
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